Por lo que parece no es sólo Reinhold Messner quien piensa que las Dolomitas sean las montañas más hermosas del mundo.

Para adjudicarse un lugar en la lista del Patrimonio de la Humanidad UNESCO, el lugar candidato tiene que ser muy especial. Tiene que poseer bellezas naturales que tienen que ser seguramente únicas y no dañadas por los seres humanos y estar protegido por una legislación medioambiental óptima.

Y, de hecho, las Dolomitas han demostrado ser más que idóneas: un lugar único en todo el mundo por lo que se refiere a su belleza, la variedad del territorio y el importante rol geológico y geomorfológico que tienen.

Las Dolomitas: una belleza simplemente asombrosa

Las Dolomitas – también conocidas como los Montes Pálidos – tienen una belleza preciada y son las montañas más bellas del mundo. La inusual paleta de colores y el contraste entre las dulces líneas pintadas por las colinas y las poderosas cumbres cubiertas de nieve que suben hacia el cielo, son famosos en todo el mundo.

Las Dolomitas: inconfundiblemente únicas

Las Dolomitas son uno de los territorios de montaña más majestuosos del mundo: solamente la variedad de formaciones geológicas es impresionante. Ya hace tiempo los geólogos se hicieron atraer por estos macizos, y el sinnúmero de pinturas, de cuentos y de cuadros atestiguan esta fama: hace milenios que estas montañas ejercen un llamado inusual sobre todo el mundo.

Las Dolomitas: Importante rol geológico y geomorfológico

Las Dolomitas tienen un rol importante a nivel internacional desde un punto de vista histórico, considerando que es justamente aquí que puede observarse el fenómeno de la orogénesis. De hecho, en todo el territorio están presentes las formaciones más distintas, que son el fruto de la meteorización, de la tectónica de placas y de la glaciación. Por lo tanto, este hábitat natural tiene la máxima importancia.